El Festival, durante y después

Si bien la prensa oficial tituló como exitosa la organización del Festival Nacional de la Esquila, un sucesivo desarrollo de acontecimientos opaco y puso en evidencia la decadente gestión de gobierno que lleva adelante el Pro.Ve.Ch conducido por la Intendente Paola Santos.

Ya los preparativos eran pobres. Un afiche de baja calidad de diseño. Un programa con errores de impresión y una nula promoción por la provincia, se le sumaban a invitaciones enviadas por carta simple a los intendentes de otras localidades con escasos días de anticipación.

La falta de una convocatoria abierta sin miramientos ideológicos ni condicionamientos mezquinos, complementándose con la carencia de gente idónea y sin un equipo criterioso a la hora de poner en valor y orden lo concerniente a la organización, los visitantes se tuvieron que llevar un recuerdo contradictorio entremezclado con desazón.

El público no lo dudo, cumplió y creyó una vez más en la trayectoria de la fiesta. Aposto a un programa a la altura de las circunstancias con relevancia y esplendor. Con artistas de renombre nacional que complementen a los locales y regionales. Sin embargo otra fue la puesta en escena. La gente se fue decepcionada y estafada. Una organización que no se preparo y no preparo las instalaciones para recibir a los visitantes. Un predio sin desmalezar y un camping sin las mas mínimas condiciones completaron el abandono. Durante los tres días fue nula la presencia de un grupo que dejara en óptimas condiciones el predio de residuos.

Por otro lado, la carencia de inversiones edilicias en los últimos tres años y medio - múltiples veces prometida por la conducción en campaña – agudizaron los conflictos que comenzaron el primer día. La falta de baños químicos como paliativo hizo que cualquier lugar fuera propicio para evitar la espera en el baño. Durante los tres días el viento voló los papeles higiénicos utilizados en la vía pública.

El milagro y la suerte se apoderaron de un momento que se podría haber cobrado la vida de un jinete. El palenque numero 3 a consecuencia de la desidia y el abandono se quebró. Milagrosamente el jinete salió ileso. El poste debiera haber sido cambiado de mediar un criterio de prevención. El espectáculo debió suspenderse en medio de una ensordecedora silbatina.

La fiesta careció de artistas de renombre nacional debido siempre a la incapacidad de trabajar con los tiempos pertinentes que requieren las contrataciones y las gestiones de los fondos para afrontar los gastos que demandan este tipo negociaciones.

Mas el ojo estuvo puesto en la comodidad y en las pequeñas cosas que ni cerca de parecerse a alguien que está al frente de un festival nacional. Se vio el desbalanceo que sufrió el programa. Por un lado la reina Luisina Rodríguez que nos represento, presento y prometió en gran parte del país las virtudes de la fiesta, la organización se encargo de evidenciarla estando en otra sintonía. Por citar un ejemplo nomas, ponía en escena un fondo de escenario artesanal con recortes de escenografías de la edición anterior y del día del pueblo. Casi todo un mensaje de la dejadez y desinversión subestimando la concurrencia.

Las desprolijidades en la contratación de los artistas sin el más mínimo conocimiento en la materia acarrearon serios inconvenientes el sábado por la noche. El número que cerraba la noche – a través de su representante - anunciaba que no se iba a presentar. Se trataba del conjunto chileno “Marcio y los Charros de Lumaco” quien – supuestamente – habrían sufrido la avería del vehículo que los transportaba. Este anuncio causo la indignación de los que esperaban esta actuación, mas algunos habían viajado exclusivamente desde otras localidades a ver este show. Tal fue el enojo que gran parte de los concurrentes a un gimnasio colmado se agolpó en la entrada reclamando la devolución del dinero.

Gritos, insultos, golpes y empujones en la boletería mientras las encargadas del dicho sector trataban de comunicarse con la intendente para saber que determinación tomar al tiempo que continuaban la violencia por la indignación. Sumidas en una conmoción y llanto por la presión que pesaba sobre las responsables de la entrada llego la orden de devolver el valor de la entrada. Claro que el encargado de comunicar esto a los exaltados fue un oficial de la policía que realizaba el servicio de adicional a consecuencia de que la Intendente no se animara a enfrentar el reclamo. El reintegro de dinero se realizo hasta que se quedaron sin cambio. Otra vez la violencia y los insultos. Una nueva decisión se hizo saber. Mediante el sellado de las entradas quedarían validadas para entrar el día domingo al predio. Otra larga cola para hacer esta operación. Muchos desistieron y se fueron sin haber visto los demás números artísticos y denunciando haber sido estafados por la organización.

Al día siguiente no fueron resarcidos con la diferencia que había entre la entrada del la noche del sábado y la entrada al predio. Mucho más. Solamente los que se enteraron fueron reconocidos otros se lamentaron del beneficio que recibieron los que reclamaron.

Otros que siente haber sido defraudados son los empleados municipales que fueron convocados a trabajar con promesas de retribuir económicamente los servicios prestados durante el fin de semana. Ahora, según denuncian, la Intendente niega la promesa y no piensa pagar a los empleados que vieron la manera de hacer un dinero durante la fiesta.

Cabe señalar que en el mundo del espectáculo es reconocida la imagen que pesa sobre este conjunto chileno. Muchas organizaciones denuncian que hacen contratos y luego no cumplen. O por lo peor, envían a otro grupo que dice llamarse de la misma manera. Con todos estos antecedentes que son de público conocimiento igual contrataron. Y como dice el dicho “para muestra solo basta un botón” durante la XXIV edición del festival de la esquila – gestión Rubén Fri - se contrato a los Charros de Lumaco. Tamaña sorpresa cuando llegaron al escenario resultaron ser los “Charros Junior”. Casi de igual manera sucedió para la inauguración Gimnasio de la Comuna de Lago Blanco. Habían contratado a “Marcio y los Charros de Lumaco” y llegó el grupo sin Marcio y con serias desprolijidades de actuación. En alto Río Senguer también ocurrió lo mismo. Ilusionados con Los Charros terminaron siendo Los Charros Juniors.

Vale decir, que de antemano, la representante de los cuatro números artísticos principales, ya había recibido un anticipo de unos 25.000 pesos por la sola actuación de “Marcio y Los Charros de Lumaco”. Ahora deberá iniciar acciones legales para recuperar parte de la cifra depositada en el mes de diciembre del pasado año.

Eso sí, en honor a la verdad, debemos resaltar el espectáculo en los fuegos de artificio. Un hecho aislado digno de un cierre pero que ante tanta decadente organización quedo en la nebulosa.

El festival es ni más ni menos que una muestra de todo lo que circunda a la esquila propiamente dicha. Pero también vale mostrar que la esquila no empezó con la maquina, empezó con esquiladores arrodillados durante horas con una tijera. Esta destreza no tuvo lugar. El público debió ver las nuevas tecnologías únicamente y no todo el proceso. Por razones obvias. Esto demanda compromiso y trabajo. Precio que ninguno de los organizadores estaba dispuesto a pagar. La cómoda, esperar que los organizadores de la esquila PROLANA hicieran el trabajo y así cumplir con otra obligación. Afuera, sin ser convocados, los esquiladores a tijera, una disciplina que le da sentido y origen al FESTIVAL DE LA ESQUILA.

Ya era martes, y los tropilleros hacían cola para que le abonen el trabajo que habían realizado durante los tres días, en medio de promesas sin cumplir. Los fardos de pasto para los caballos se transformaron en la cancha de futbol que se ubica detrás del gimnasio. El compromiso de abonarle la prestación del servicio al finalizar se estiro hasta el martes por cuestiones administrativas. Sellado de contrato y los cheques que no se firman hasta pasadas las 13:00 horas por ausencia de la intendenta recalentó el pasillo. Testigos señalan que uno de los tropilleros de apellido González mantuvo una acalorada discusión con la mandataria comunal, la que prometió a los gritos “el año que viene no te voy a contratar”.

La fiesta supero en todos los aspectos a los organizadores, quienes con una risa socarrona señalan como exitosa por el público. Lejos de ofrecerle calidad y sordos a las críticas que no le son pocas se pasean sacando pecho. El festival significa mucha gente trabajando con la convicción de lo que quiere y un fuerte compromiso con los que nos visitan. Tal fue el desorden que el predio se transformo en un mercado persa. El éxito no solo radica en la cantidad de público sino en el contenido de la fiesta y en la prestación de servicios.

Un festival que ya debiera estar programado y diseñado con despliegue y proyección nacional quedo circunscripto a una mira local, realizado para unos pocos, sin preparación alguna y con una mirada cortoplacista, en busca de un aplauso inmediato sin profundizar por miedo a lo desconocido, prefiriendo ufanarse de magros logros que solo contenta a un pequeño grupo de aduladores, satélites de la ignorancia misma.

No sólo los riomayenses nos merecemos un festival de alto vuelo, sino que la provincia necesita festivales identitarios como el nuestro y con la permanencia en el tiempo. Pocos festivales han perdurado como el Festival Nacional de la Esquila.