domingo, 18 de octubre de 2009

CARTA DE UN GENDARME A SU MADRE

Jesús maría (Cba), 16 de octubre de 2009.-

Querida Mamá:
Tal vez te extrañe recibir esta carta de tu hijo ya grande, formado en la dura escuela de la vida, por esos golpes que tú trataste de impedir o retardar. Pero hoy, he sentido la necesidad de escribirte, para decirte gracias, porque aunque lejos, estas presente en cada momento de mi existencia: estás presente en el cuidado amoroso que mi esposa dispensa a mis hijos, a tus nietos; estás presente en el recuerdo cada vez que una línea de fiebre tiñen de ansiedad mi rostro ante la cuna o la cama de mis niños. En esos momentos me vienen en la memoria aquellos instantes que tu pasaste a mi lado, aquellas lágrimas ante el intimo dolor de no sentirte comprendida, valorada. Recién hoy, comprendo la grandeza de tu papel simple, pero profundo, hecho de madrugadas de desesperación y de interminables vigilias cuando no llegaba de regreso a casa. Recién hoy, comprendo en el destino de mi esposa, de la madre de mis hijos, el tremendo pecado de la ingratitud. Por eso, hoy quisiera estar junto a ti, devolverte los besos y las caricias que hace años te debo; decirte que siempre estarás junto a mi, que mientras más pase el tiempo, tanto más se agiganta tu imagen en mi corazón
Hoy te recuerdo, como la figura tierna que suavizaba la firmeza de papá, la que siempre tenía una explicación para las travesuras de los hijos, la cargaba sobre sí, , como cristo a la cruz, la responsabilidad de toda la familia; la que tuvo poco tiempo para ocuparse de su persona, porque cuando acordaste tus cabellos se habían teñido de blanco, las mejillas se habían hundido, los pasos no tenían la grácil suavidad de los años mozos; lentamente te fuiste quedándote sola, porque los pichones empezaron a volar, los hijos se desparramaron a los cuatros rumbos, papá partió para el viaje sin retorno. La sangre de tu sangre te abandonó siguiendo las leyes de la vida. Las visitas se fueron espaciando, tal vez cuando más lo necesitabas; los besos no llegaron a tu frente solitaria, triste y arrugada. Pero no creas que te he olvidado, imposible, cada día apareces más nítida, más bella, más buena, transfigurada en el cariñoso marco del recuerdo; hoy que soy padre, puedo valorar todo lo que tu hiciste en mi época de niño.-
No se si alcanzaran las palabras, pero quisiera decirte todo aquellas que callé por orgullo, darte los besos que merecistes, decirte tantas veces gracias y rezar por ti, para que Dios. Que también tuvo una madre, te reciba en su seno cuando me dejes solo en mi dolor imposible de calmar,.
Hoy es tu día mamá, que ironía, como si el cariño, la abnegación, el sacrificio pudieran tener un día. Mamá, siempre es tu día, mientra haya un hijo en el mundo, mientras el milagro de la creación prosiga, siempre será tu día, mamá hasta siempre y por todo lo que has hecho, hoy quiero apretarte en mi pecho y te envío mi corazón.
Cariñosamente, tu hijo.-

Escrito por: Ricardo Ernesto Duarte

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