sábado, 4 de abril de 2009

Los perros y el campo

Es por todos conocida la histórica relación que une a la gente dedicada a la producción agropecuaria y los perros.

El perro es para el hombre de campo, especialmente en patagonia y en el sistema ovino extensivo, una herramienta indispensable para su trabajo y por ello muy valorado. No hay trabajo que se realice en el campo donde no haya al menos un perro.

Por mencionar algunas funciones de tipo “utilitario”, es difícil imaginar un arreo de majadas, una recorrida, un repunte, un encierre o inclusive el trabajo en el corral sin él. Para cumplir esta función el perro es debidamente cuidado y entrenado desde cachorro, y es orgullo para su dueño cuando el perro sale “bueno” y se transforma en parte de la charla entre mate y mate cuando termina el día de trabajo.

Es también el perro quien anuncia el inminente arribo del viajero, los movimientos en la noche, la proximidad del predador y sobre todo, es compañero en las largas horas de silencio. Este perro tiene un dueño. Este perro está cuidado y se transforma así en un eslabón fundamental de la vida cotidiana.

Pero también se sabe en el campo que un perro que agarra “mañas” no podrá cumplir su trabajo, ni proteger a su dueño o a los hijos de éste.

Hecha esta introducción, es difícil imaginar que la gente vinculada a la producción ovina pueda ser calificada negativamente en cuanto al cuidado de los animales se refiere.

Según los primeros datos recopilados entre productores ovinos cuyos establecimientos lindan con el ejido urbano de la localidad de Río Mayo, se registran anualmente en promedio de 20 a 30 muertes de ovinos por perros provenientes de la localidad. En general se encuentra a estos animales muertos en grupos – 5 o 6 en una noche - , y llama la atención al verlos la sensación de que fueron cazados, pero no comidos. Estas muertes son mayoritariamente de animales de las categorías mas productivas.

Si intentáramos cuantificar económicamente estas perdidas, podríamos tomar como ejemplo la muerte de una borrega preñada (hembra de primer servicio y gestando).
El productor ovino pierde:
· 4 corderos (1 en gestación y al menos tres más en su vida productiva)
· Los kilos de carne, lana y corderos que hubieran dado 3 de esos cuatro corderos
· Los kilos de lana que hubiera producido en promedio durante su vida útil la borrega/oveja
· Dos años de tiempo, cuidados e inversión
· El valor propio de la borrega como animal de reproducción o en el peor de los casos para faena.
Ahora repasemos que precio tiene cada una estos ítems, los sumamos y lo multiplicamos por 20 o 30. Sumemoslé a esto la impotencia de extraer del vientre materno al pequeño feto en gestación.
Seguramente se entenderá el porqué la preocupación del sector.

Podemos incluir también en esta situación a los dueños de chacras y mataderos de la localidad, donde las pérdidas impactan económicamente de manera aún más grave, al carecer de una cadena de producción que permita reponer las perdidas.


El problema de fondo de esta situación, está más allá de cualquier planteo económico, e involucra cuestiones tan importantes como la salud o la seguridad pública. Estos graves problemas no deben negarse, más allá de que se oculten o parezcan simplemente un incumplimiento u omisión del respeto a las normas básicas de convivencia de cualquier sociedad.
En esto todos somos igualmente responsables.

Cada uno cumpliendo lo que corresponda: llevar a la mascota al veterinario para cumplir el plan de desparasitación, hacer uso de medicamentos para controlar la natalidad, no abandonar mascotas en la calle, no arriesgar la salud con el uso de productos prohibidos, aplicar la formativa vigente y animarnos a pensar juntos soluciones superadoras son algunas de las alternativas. Así podremos cuidar al perro, a su dueño y a nuestro pueblo.

Ejercitar la responsabilidad social es el desafío que deben afrontar todos los involucrados.
Ing. Agr. Carola G. DasovichMP 123

No hay comentarios: