Con 49 años de edad y 30 años de servicio en la Policía del Chubut, Oscar Guayquin contó su historia de vida llena de recuerdos y emociones.
Fue a fines del año 1978 cuando siendo ayudante de albañil en la ampliación de la Escuela Hogar Nº 36 de Río Mayo, el capataz le dice, “te busca la Policía”.
Lo buscaba el sargento ayudante Saturnino Quitriqueo citado por el jefe de ese entonces.
Al salir del trabajo se presenta en la comisaría, allí lo esperaba la decisión de su vida, ante la consulta “¿quiere ingresara la Policía?”.La respuesta no debía hacerse esperar, en tres días tenía que definirse. Buscó el consejo de su madre para darle el aventón, preparó sus bolsos para presentarse un día martes en la Escuela de Policía de la ciudad
de Rawson con tan sólo 19 años.
Antes le tomaron una prueba en la comisaría local de sumas y restas, “me acuerdo que no daba la estatura, el médico me agregó cuatro centímetros sino no podía ingresar a las filas policiales y así pude terminar los formularios de ingreso”, confesó durante la entrevista.
Un hombre que con su sola presencia impone autoridad, no pudo contener su emoción que lo llevó a las lagrimas mientras recordaba sus momentos de lucha y gloria.
Su primer destino cuando egresó de la escuela fue la dependencia policial de la localidad de Ricardo Rojas en el año 1978, en ese entonces a cargo del oficial auxiliar Juan Luis Ale,actual jefe Policía del Chubut. Circunstancias del deber lo trasladaron en el año 1985 a la Comisaría Río Mayo. Cuenta que un procedimiento que permitió la aprehensión de un individuo que había cometido un homicidio e intentaba cruzar
la frontera. Sus sospechas dieron un resultado inesperado a su carrera. El reconocimiento en el año 1991 por parte de la jefatura provincial en cumplimiento
de su deber le dio el ánimo e impulso a su carrera.
Entre tanto su esposa ceba mates para animarlo en el relato que a cada momento
lo emociona. Rescata los valores de esos tiempos, “la Policía era otra cosa, había más respeto incluso entre nosotros mismos, la policía era más respetada por la comunidad”.
Interrumpen el silencio del cuadro familiar innumerables llamados telefónicos que ratifican el aprecio y cariño de camaradas, amigos y medios de comunicación que no dejan de trasmitir los saludos.
Atesora en sus recuerdos todos los nombres de los jefes, el momento más significativo fue cuando vinieron a su memoria la desaparición física del Oficial Delfino.“Fue un excelente agente y luego oficial, un hombre muy inteligente. Me acuerdo que cuando fuimos a rendir varios empleados, él nos preparó durante tres meses y el día que íbamos a rendir nos reunió para decirnos que el que viniera con un ocho para abajo de promedio que no apareciera por la comisaría. Sabía lo que podíamos dar y todo esto se lo debemos también a él”. Ahora piensa en disfrutar a pleno de su familia luego del retiro que está programado para mediados de enero.
Junto al fútbol infantil
También le traen gratos momentos aquellos ocho años dirigiendo fútbol infantil junto a numerosos padres a los que llevó a competir dentro y fuera de la provincia, hasta nivel internacional.“Nos tenían mucho respeto al equipo local donde fuéramos a participar, yo recuerdo que fui autorizado por la Unidad regional y la Jefatura Provincial a ser director táctico de los chicos, durante esos años desde la Policía no me negaron nada. Junto a Carlos Pisco le enseñábamos además que el fútbol era disciplina y compañerismo. Ahora la intención es formar chicos de cuatro años y seguir con esta actividad que me gusta tanto”.“Me voy totalmente conforme con estos treinta años, todo lo que tengo es gracias a mi trabajo, a la policía y a mi familia, a Juana que durante estos casi veintiocho años que vamos a llevar de casados me ha aconsejado y acompañado junto a mis hijos en los años de servicio, ellos fueron mí cobijo”.
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